Javier Bastida – Responsable de Redes Sociales
Esta fría mañana, emulando a la mendicante orden franciscana, pero ataviados de peto naranja chillón, en lugar del sobrio, marrón y áspero hábito de los monjes, acompañamos dos voluntarios a Juan Gómez Ayala, presidente del Banco de Alimentos de la Región de Murcia (Cartagena), a la difícil tarea de buscar relevo para el exhausto camión del que, a día de hoy, se sirve esta ONG para su quehacer diario, que no es poco.
Habiendo concertado una entrevista previa con el gerente de una famosa empresa de alquiler de furgonetas, ubicada en el Polígono Cabezo Beaza, nos plantamos a la puerta de su oficina después de realizar el sagrado rito del café en el bar de enfrente, pues es precisamente en estas fechas que el invierno se ha despojado de su burlesca careta de primavera y un frío cortante, insidioso y cruel, se filtra por todas las rendijas, incluso por las del alma.
El caso es que, como los monjes, nosotros no pedimos en beneficio propio, sino en el de los pobres de solemnidad, en beneficio de aquellos que, tragándose su orgullo, han de llamar a las puertas de la beneficencia para tratar de comer un día más, ellos y sus familias.
¿Que esto no nos puede pasar a cualquiera o a algún conocido? ¡Craso error!; dadas las circunstancias socioeconómicas y la deriva a la que la situación global nos lleva, puede la miseria llamar a nuestra puerta cuando menos lo esperemos; bien sea a la nuestra, a la de nuestra familia o a la del vecino. Créanme, que conozco el paño y sé de lo que hablo.
El caso es que pretendíamos solicitar una furgoneta en régimen de depósito, sirviendo de escaparate permanente para el negocio del alquiler del vehículo y corriendo el Banco de Alimentos, eso sí, con los gastos del seguro, ITV, etc. Y es que, amigos, el vetusto camión antes mencionado, ya no da para mucho más y pasa más tiempo en el taller que en la carretera.
Pero vayamos al turrón…
Hete aquí que, nuestro Banco de Alimentos, todavía no está considerado como una entidad catalogada como “BIEN SOCIAL” debido a que, el expediente que ha de resolver esta situación, duerme el sueño de los justos en algún despacho de algún ministerio en Madrid, y es esta cuestión, que parece baladí, clave para solicitar, con todas las de la ley, ayudas, patrocinios y mecenazgos.
El caso es que, amigos míos, hemos pasado frío en balde porque el gerente de esta empresa no ha tenido unos minutos para recibir a esta humilde delegación y nos despacha, desde el confort de una oficina perfectamente climatizada, a otro momento “sine díe”.
Así las cosas, y acostumbrados como estamos a recibir portazos en las narices, yo me dirigí a otros quehaceres, entre los que se encontraban realizar esta publicación, mientras mis compañeros y ya amigos, Juan y Ángel, se echaron al camino para llamar a las puertas de otra empresa, a ver si sonara la flauta.
Esperemos que los huesudos nudillos de la ruina no llamen nunca a la puerta de esta empresa ni por supuesto, a la de nadie que tenga a bien leer y compartir esta justa reivindicación; nada cuesta y quién sabe si, tal vez, llegue al despacho de alguna persona con influencia o a alguna empresa capaz de comprometer parte de su patrimonio para una causa noble donde las haya.
Nunca pido nada para mí, bien lo sabe quien me conoce. Esta petición es para todos vosotros.
Muchas gracias.
Javier Bastida, 18 de enero de 2023